Durante los primeros meses de vida, las grasas son de vital importancia como principal fuente energética del cuerpo. Son fuente de ácidos grasos esenciales indispensables para el adecuado funcionamiento y desarrollo, especialmente del sistema nervioso.
El primer año de vida, el contenido de grasa del cuerpo va aumentado al transcurrir de los días, pues el porcentaje al nacer es de aproximadamente 16 % y al año aumenta al 25 %. Esta grasa depositada en el tejido adiposo es indispensable como reserva de fuente energética, aislante térmico frente a pérdidas de calor y estructura y soporte de órganos.
En los primeros dos años de vida, la grasa cumple una importante función estructural, proveyendo colesterol y ácidos grasos claves para la formación de membranas celulares en todos los órganos. Más aun, órganos importantes como la retina del ojo y del sistema nervioso central se encuentran constituidos especialmente por grasas. Gran parte de las grasas necesarias para la formación de tejidos, son ácidos grasos esenciales los cuales deben ser consumidos y aportados por la dieta, mientras que, el colesterol y las grasas de depósito que constituyen la reserva energética pueden ser sintetizados a partir de carbohidratos o proteínas.