El aceite de palma crudo se somete a un proceso de refinado, blanqueado y desodorizado (RBD) que elimina el contenido de ácidos grasos, humedad e impurezas. Este proceso también modifica el color del aceite de palma, pasando de rojo a un amarillo intenso, pero manteniendo la mayoría de sus propiedades nutricionales y funcionales. Generalmente este aceite amarillo intenso es el que se ofrece para consumo final en los hogares, ya sea solo o mezclado con otros tipos como de soya o girasol, entre otros. La diferencia con el proceso de refinación física es que los ácidos grasos se remueven sin la adición de hidróxido o carbonato de sodio, es decir a través de un proceso absolutamente natural.
De este proceso RBD se obtienen dos productos: La oleína y la estearina de palma. El primero es la fracción líquida y que puede mezclarse con cualquier aceite vegetal comercializado para consumo humano, mientras que el segundo es la fracción sólida que sirve de materia prima de margarina y jabones.